Por: Señorita Pepis / septiembre 2015
Cuando estamos enamorados se dicen y se hacen muchas tonterías. Puede que nos volvamos “locos” por un hombre o una mujer sea éste feo, bajito, inculto y pobre o guapo alto, culto y rico, pero mirándolo no nos importan sus características, sencillamente no las vemos y lo convertimos automáticamente en un príncipe azul. Nuestra vida se ralentiza, casi no existe porque se mueve únicamente a través de esa especie de filtro en la que nos encontramos cuando el amor nubla nuestra vista, y lo teñimos todo de color de rosa pensando que la vida no tiene sentido sin él.
A veces solo hace unos días que le conocemos, y el/o ella es un puñetero desastre si miramos sus características físicas y humanas. Y somos consciente, durante los segundos que salimos del letargo en el que estamos sumidos, de que nuestra vida a su lado va a ser un auténtico caos por no decir un infierno, que en muchos casos seguramente sería más placentero, y que nuestros proyectos, expectativas y futuro se han acabado. Pero, “¡oh, Dios! No puedo hacer nada porque estoy enamorada/o”.
¿De qué y por qué nos enamoramos? De unas pasionales relaciones sexuales, de una interesante conversación, de una mirada “que nos hace perder el “sentio”, de una fortuna que nos permitirá llevar una “vida de reina”, etc. Teorías las hay por millares, unas científicas otras psicológicas o religiosas, cada cual que se acoja, si le interesa el tema, a la que mejor le convenza.
Pero lo cierto es que en muchos casos y sin que nos demos cuenta. Sí, sí, sin que casi nos demos cuenta, nos vemos preparando una boda y más tarde siendo protagonistas de una ceremonia en la que estás escuchando los anticuados votos matrimoniales entre los que está la “…prometo amarte y respetarte hasta que la muerte nos separe”. Ahí, ahí es cuando hay que salir corriendo… porque es una frasecita terrible y traumática: “hasta que la muerte nos separe”. ¿Por qué tiene que ser la muerte la que nos separe si somos nosotros los que elegimos estar ahí juntos? Horror.
A estar alturas, creo que nadie que lea esto piensa que estoy a favor de la pareja convencional ni del matrimonio, y acierta. Ya que la fórmula perfecta para mí es la de “Living, Apart, Together” o lo que es lo mismo: estar unidos cuando ambos lo deseen, cada uno tener su vida y contar con sus propios recursos aunque estando emocionalmente juntos.
Pero, para las parejas que deseen celebrar “el día más importante de su vida” y convertirlo en una fiesta “original, sofisticada y con estilo” tienen que darse un paseíto por “The Wedding Fashion Night”, el evento nupcial más reconocido en España. Creado en 2011, se celebra este año en tres ciudades: Barcelona, Madrid y Sevilla, bajo la inspiración del “British Dream”. Bodas al aire libre por si te coge un ataque de ansiedad cuando estás a punto de decir el “Sí, quiero”.
Cada edición de la feria de novios se celebra con una espectacular puesta en escena, es decir, con una ambientación temática. Este año es la Inglaterra victoriana, una época de movimientos intelectuales y sociales con influencia del puritanismo, la libertad, el romanticismo y la originalidad. Cada una de las tres citas de este año girará en torno a uno de los aspectos sociales de la época.
Cristina Pérez, directora de la feria nos da las claves de lo que es tendencia en las bodas:
En la decoración de las mesas es recomendable crear ambientes armónicos y coordinados en cada espacio, ceremonia, banquete y fiesta. También, son tendencia las flores suntuosas y los colores que rompan con la tradición, como el granate o el azul.
La gastronomía pisa fuerte. Se llevan nuevos formatos más dinámicos y divertidos, donde los invitados no tienen que estar sentados necesariamente. Pueden servirse sus propias viandas en food trucks, mesas con comidas del mundo, disfrutar de un showcooking en directo, aprender con catas o maridajes originales y un largo etcétera.
Los “looks” de las novias, esta vez, son más naturales con peinados desestructurados o con un vestido joya que sea el protagonista absoluto. Las manicuras de colores y los zapatos con personalidad.