Por: Señorita Pepis / octubre 2015
Todas y muchos “exigen” Photoshop para después reivindicar naturalidad. Queda tan bien…
Leer las reivindicaciones y quejas de la actriz Inma Cuesta sobre los retoques de sus fotos publicadas en el dominical del Periódico de Catalunya me ha resultado de lo más incoherente. La famosa ha estado presentando una película en el Festival de Cine Fantástico de Sitges y ha accedido a hacer entrevistas, pero no ha querido dejarse fotografiar.
El espacio donde habría tenido que posar para los fotógrafos era un jardín a plena luz del día. Así que en las imágenes habría aparecido como es, bajita, de hombros estrechos y caderas anchas, resultona… que bien maquillada puede parecer hasta atractiva.
Tal vez, la actriz pensó que las fotos habrían sido “demasiado reales”, que es lo que suele pasar con muchas de las mujeres que se dedican al mundo del espectáculo en España que cuando se publican fotos que se ajustan a su realidad, se niegan a reconocerse y consideran que el fotógrafo que las ha realizado es “un mal profesional”.
Así que dedicarse a esta bonita profesión se convierte en un serio problema a la hora de realizar el trabajo porque hay que vérselas a diario con personajes variopintos de todas las edades que no se gustan a sí mismos y que exigen que traten sus imágenes con Photoshop para después hipócritamente quejarse de que se les ha retocado.
¿Dónde está la medida? Los fotógrafos no son psicólogos su trabajo está condicionado por el tiempo de que disponen para realizarlo, por el medio en el que trabajan, por las exigencias de los representantes talibanes de estas candidatas a “divas” y, muchas veces, por redactores pelotas aspirantes a tertulianos televisivos que con tal de conseguir cuatro repuesta insulsas prometen a las estrellitas el control del resultado final, sin ni siquiera consultar al profesional que lo ha realizado. Ser fotógrafo se ha convertido en una profesión de riesgo.
Las quejas de esta actriz, por otro lado buena, exigiendo que las fotos reflejen la belleza natural, a mi ver, observando su comportamiento de estos días, no es más que una patochada. Y no hablemos de lo que podríamos decirle a algunas de esas compañeras que se solidarizan con ella y, que cuando tienen que ser fotografiadas convierten la vida del fotógrafo en un suplicio. Todas mienten. Pero queda bien.
Esta polémica surge coincidiendo con la opinión de un grupo de actrices de Hollywood contra el Photoshop y los estándares de belleza que se imponen a las mujeres en la actualidad. Pero también ellas se contradicen porque incluso cuando quieren incluir una foto suya en Instagram exhibiendo “naturalidad”, está pasada por un sinfín de filtros.
No nos engañemos chicas el problema somos nosotras que podemos ser nuestras peores enemigas. Es cierto que el culto a la belleza y a la juventud nos lo pone difícil, pero nosotras entramos en el juego con demasiada frecuencia.