Por: Señorita Pepis / mayo 2016
La modelo sevillana Marisa Jara empezó a ser popular cuando se convirtió en pareja de Manu Tenorio, concursante de la primera edición de OT en 2002. Hasta entonces, para el gran público era una perfecta desconocida. Vivieron felices en Barcelona durante tres años pero la relación terminó de la misma manera discreta con la que había empezado. Tal vez ésa ha sido la relación que más equilibrio y estabilidad ha aportado a la maniquí, que poco a poco, fue haciéndose un hueco como una de las modelos españolas más internacionales.
Más tarde vendría Joaquín Cortés, con el que vivió su época más glamurosa; después el empresario mexicano Vicente Escribano, -´Chente´ para los amigos- un multimillonario que se convirtió en su primer marido con quien mantuvo una relación complicada que terminó rompiéndose poco tiempo después. El músico José María Cano fue otra de sus conquistas efímeras; más tarde cayó en brazos del anticuario Manuel Vittorio, su segundo marido, del que apenas dos años y medio después se separaría.
Tras el nuevo desengaño, Marisa ha estado un tiempo desaparecida, luchando por recuperarse de sus problemas de bulimia que le obligaron a hacer un parón en su trabajo. Ya curada, regresó a las pasarelas y sorprendió a todos al aparecer en un desfile de trajes de baño de tallas grandes.
Hace poco estuvo en Barcelona, en la inauguración de una nueva tienda de la marca KIABI junto con Esmeralda Moya, Jesús Olmedo y Alejandra Prat. Allí volvió a enorgullecerse de figura, y a repetir que ha superado sus problemas del pasado, y que es ahora cuando se siente bien consigo misma, aunque observándola, no transmite esa paz y felicidad de la que presume. Tal vez no tenía su mejor día.
La guapísima sevillana ha pasado a engrosar las filas de las modelos curvy. Dicen que la moda está volviendo la mirada hacia estas mujeres “reales” que rompen estereotipos y que empiezan a reivindicar en algunas pasarelas, publicidad y editoriales de moda. El abanico es muy amplio y modelos como, Tess Munster, Myla Dalbesio, Ashley Graham, Robyn Lawley, Jannie Runk, Tara Lynn o Candice Huffine, una de las pioneras en tallas plus size, triunfan en el mundo.
Pero, ¿qué es una mujer “real”?. Yo me voy a permitir cuestionar ese absurdo término, por supuesto según mi criterio, porque para mí, mujeres reales somos todas, de cualquier tamaño, color o condición. Esa palabra tan “irreal” la empezó a usar en su campaña de 2005 Dove, una marca internacional de productos de belleza. La firma reunió para su spot a un grupo de mujeres guapísimas, pero con estereotipos diferentes.
Y, por supuesto, consiguió lo que pretendía: la campaña tuvo un éxito viral con un slogan que han hecho propio montones de mujeres que en la mayoría de los casos, no se quieren a sí mismas o se quieren poco… y algunas firmas de ropa que han encontrado un filón vistiendo a féminas que se salen de los estándares “ideales” y que se publicitan con “moda para mujeres reales” pero que subliminalmente están diciendo moda para mujeres gordas. Y está bien, porque el exceso o defecto de peso no debe impedir que podamos ir a la moda… pero el tema no es ese.
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Yo preguntaría a los inventores del vocablo si las modelos espectaculares, altísimas, delgadas con medidas perfectas, que son así por pura genética, pueden ser consideradas “reales”. ¿Acaso tienen la culpa de haber nacido con unas características físicas más “perfectas”, según los cánones de las medidas consideradas “ideales”, que estipulan unos kilos determinados por altura y complexión, que las de la mayoría?.
Que se conviertan en referentes de jovencitas, que sin tener sus características físicas, enferman al intentar imitarlas, es un problema de cultura, educación y equilibrio emocional. Son los padres los que tienen que enseñarles a sus hijos que cada persona es diferente y que la belleza es una cuestión relativa porque lo que es feo para algunos es bello para otros. Pero irremediablemente la genética es la que manda. El debate sobre el tema es interminable…
Pero no nos equivoquemos, una cosa es ser una mujer con siluetas sinuosas, de pechos y caderas rotundas, espectaculares protagonistas de alfombras rojas y de la vida en general, que no siguen las tendencias de las pasarelas porque poseen cuerpos con los que nos identificamos la mayoría de los mortales, o quisiéramos tener…
Y otra bien diferente, personas con graves problemas de peso provocados por problemas de salud físicos, psicológicos o emocionales. Por culpa de depresiones y de situaciones en la vida que no están capacitadas para afrontar, y que a partir de ese desequilibrio, hace que cojan o pierdan muchos kilos que se convierten en una enfermedad, lo que conlleva que no puedan llevar una vida normal.
Los escultores de la antigua Grecia con sus perfectos efebos; Mirón con su discóbolo; Leonardo Da Vinci, con sus estudios de lo que debía de ser el canon estético perfecto; Miguel Ángel y su David… entre muchos artistas, nos han mostrado con sus insuperables esculturas que el hombre siempre ha buscado la perfección estética y que la obra de estos genios, pasados los siglos, siguen siendo referentes clásicos de la perfección de los cuerpos.
Así que yo le deseo a Marisa Jara que si ha decidido ser una modelo curvy.. ¡adelante!, pero que sea como una opción sana, desde el raciocinio y el equilibrio y, sobre todo, que sea feliz. Porque sucede, más a menudo de lo que nos gustaría, que las mujeres que reivindican los kilos de más, no parecen estar preparadas para que el resto de personas le “recuerden” que los tienen, y se sienten irremediablemente agredidas con cualquier comentario sin malicia, desde su postura de “felicidad máxima”.