Por: Señorita Pepis / enero 2015
El colofón a las fiestas navideñas es el día de Reyes, conmemorar como tres Magos de Oriente guiados por una estrella, se acercaron al establo donde nació el Niño Jesús y le dejaron tres presentes en forma de oro, incienso y mirra forma parte de nuestras tradiciones. Dirigida principalmente a los niños que cada día son menos inocentes, y la fiesta, solo la asocian a una celebración donde consiguen los juguetes de sus sueños. Aún así ¿qué sería de las navidades sin un Papa Noel, o unos Reyes Magos a quien poder dirigir cartas con nuestros deseos más íntimos, aunque no se cumplan, o sí?
Poder comprar y hacer regalos de diferentes cuantías dependerá de nuestro bolsillo, pero no hay problema, solo tenemos que elegir, porque el abanico es inmenso y las marcas publicitan sus productos con pensados anuncios que invaden nuestras emociones y hacen que deseemos poseerlos. Historias envueltas en ambientes de lujo, colonias que al comprarlas parecen que como añadido te adjunten bellas mujeres, cremas hidratantes que obraran el milagro de la juventud, hombres fuertes, aventureros y de torsos perfectos en quien se convertirán los maridos de cuerpos fláccidos y aburridos poniéndose unas gotas de colonia que obrará el milagro, familias guapas unidas y felices en quien se convertirán las miles de feas y desestructuradas al tomar una copa de tal o cual cava, paisajes soñados donde te llevara una compañía aérea de low cost, si compras uno de sus pasajes.
Todo mentira, pero sí, la publicidad obrará el milagro y nosotros dejaremos que nos engañen y compraremos lo que nos ofrecen, que por supuesto será real pero con algún valor añadido que no existirá. Pero, aunque lo sabemos, qué más da, lo importante es dar la bienvenida a cualquier cosa que nos incite a soñar.